CARDENAL VELASIO DE PAOLIS
http://www.vidanueva.es/2012/03/23/velasio-de-paolis-delegado-pontificio-para-la-legion-de-cristo-vengo-a-sacar-a-la-legion-del-tunel/
DARÍO MENOR | “Mi misión es sacar a la Legión de Cristo del túnel en que se encontraba”. El cardenal italiano Velasio de Paolis lleva sobre sus espaldas uno de los grandes retos del pontificado de Benedicto XVI: reflotar a esta poderosa e influyente congregación, crecida al calor del pontificado de Juan Pablo II y resquebrajada por los escándalos de su fundador, Marcial Maciel.
Es compleja la misión de De Paolis, nombrado en mayo de 2010 delegado pontificio, lo que le convierte en representante del Papa con autoridad sobre los superiores de los legionarios. Debe impulsar unas nuevas reglas en la Legión, limpiar la mancha que dejaron en la estructura de la congregación los errores de Maciel y dar más autonomía al Regnum Christi, el movimiento de laicos y consagrados del instituto.
- A usted le han criticado dentro y fuera de la Legión. Dicen que su misión va demasiado lenta…
- Hemos hecho mucho en este tiempo. Mis cuatro colaboradores y yo estamos trabajando velozmente. He escrito cuatro cartas a los legionarios y a las consagradas en las que se detalla el camino recorrido y lo que queda por andar. Hasta ahora, el problema ha estado centrado en el gobierno. Se ha criticado sobre todo esta cuestión, pero ese no es el problema principal. ¿Cómo podía gobernar un instituto una persona como yo, externa, que no conoce a los legionarios? La idea oportuna, que ha sido ratificada por la Santa Sede, ha sido la de que el gobierno continúe ad nutum Sanctae Sedis, es decir, que la Santa Sede, y el delegado en particular, interviene en el gobierno.
Se dice que no ha cambiado nada, pero al gobierno han llegado el delegado y sus colaboradores. Esto permite conocer a las personas encargadas y afrontar las situaciones concretas y los cambios que hay que tomar. Las decisiones se toman con nosotros, que tenemos poder para decidir sobre todos los problemas.
Renovación de la cúpula
- El “número dos” de la congregación es ahora el alemán Sylvester Heereman, quien sustituye a Luis Garza, un hombre del círculo de Maciel que se encargaba de la cuestión económica. ¿Garza ha sido cesado o pidió él la dimisión? ¿Y Álvaro Corcuera, el director general de la Legión, también la pidió?
- Se trata de preguntas estrictamente personales, a las que no es oportuno dar una respuesta. Me parece que son otros los problemas conectados con estas preguntas: eliminar a una persona significa dar un juicio sobre ella y avalar todos los rumores. Para mí, es un problema moral. ¿Cómo puedo avalar la destrucción de una persona sin conocerla? De hecho, sobre Luis Garza no hay nada. Estará su personalidad, que puede gustar más o menos, pero no ha cometido ningún crimen. Para mí, habría sido muy fácil conseguir el aplauso general eliminando a estas personas, pero, ¿a qué precio? Con los superiores y con la propia Legión pasa un fenómeno extraño: dices todo el mal posible y te creen. Si dices cosas buenas, en cambio, no te cree nadie.
- ¿Cree que las críticas vienen de quien esperaba la disolución de la Legión?“Benedicto XVI piensa que
la Legión no debe ser suprimida,
hay que hacer un esfuerzo para purificarla y salvarla.
Que nadie espere la destrucción o la decapitación”.
- Efectivamente. A mí no me han dado este encargo para disolver la Legión. Esto lo podía hacer el Papa, pero lo que ha hecho es mostrar un camino dividido en etapas. La primera era aclarar el problema de Maciel. La segunda fase fue la visita por parte de cinco obispos, quienes informaron al Papa y, después, la Sala de Prensa del Vaticano hizo un comunicado en términos bastante duros sobre la situación de la congregación.
La tercera fase comienza con mi nombramiento por parte del Papa, quien quiere que la Legión retome su camino, pues dentro hay un gran número de personas que tienen un gran celo y quieren trabajar por el Reino. Mi nombramiento llega cuando el Papa ya ha hecho un gran análisis: piensa que la Legión no debe ser suprimida, hay que hacer un esfuerzo para purificarla y salvarla. Que nadie espere la destrucción o la decapitación. Mi misión es intentar sacar a la Legión del túnel en que se encontraba.
Consagradas que se van
- ¿Qué es lo que precisa el Regnum Christi?
- La visita apostólica inicial era a los legionarios, no al Regnum Christi, pero los miembros de este dijeron que también querían una visita. Se encargó de ella el arzobispo de Valladolid, Ricardo Blázquez, que es una persona muy digna y prudente, y ha sido aplaudida por todos. Al principio de mi responsabilidad como delegado, no me encargué del Regnum Christi, pues me parecía una injerencia. En septiembre empezamos a trabajar con el informe de Blázquez. Su juicio es sustancialmente positivo, aunque habla de algunos aspectos que hay que examinar, sobre todo en relación a la formación. Se confiaba demasiado la formación a los legionarios. Otra de las cosas que hay que revisar es que el Regnum Christi necesita una mayor autonomía.
- ¿No ha sabido de este nuevo instituto, Totus Tuus, hasta su creación oficial?“Nadie quiere que
quien deja el Regnum Christi sea golpeado.
Es una elección libre.
Pero no puede parecer que quien se queda
va contra la obediencia”.
- No. Había rumores, pero siempre eran desmentidos.
- ¿Tampoco le llamaron para avisarle desde Santiago de Chile, donde ha sido creado?
- El arzobispo de Santiago está en su derecho: un obispo puede crear una asociación. A mí nadie me dijo nada. Tras los rumores, algunas consagradas en Italia y Monterrey crearon turbación. Entonces pensé que sería bueno que fuese a México –porque era el lugar donde había un mayor número de estas consagradas que querían abandonar el Regnum Christi– para entender y aclarar qué pasaba.
Llegué a México el 23 de febrero. Al día siguiente me llegó una carta de uno de mis colaboradores en la que me adjuntaba el decreto de erección de Totus Tuus. Se decía que el Papa estaba de acuerdo en la creación. Quería aclarar este hecho. El parecer favorable del Papa es a la creación de esta asociación, no a la salida del Regnum Christi. Es una sutileza importante. Nadie quiere que quien deja el Regnum Christi sea golpeado. Es una elección libre. Si se les puede inserir en otra asociación, bienvenido sea. Pero no puede parecer que quien se queda, va contra la obediencia. El Papa bendice la acogida, que es algo bueno, no la partida, que es discutible.
Maciel, ¿demonio o “pobre pecador”?
- ¿Por qué no ha enterrado por completo la figura de Maciel?
- No podemos negar que es el fundador, es un hecho histórico. Ya no se le llama “padre” y hemos pedido que sus textos no se lean en público. El tema de Maciel debe ser analizado con calma. No es una figura ejemplar, pero ¿es un demonio o un pobre pecador? Si fuese un demonio, no podríamos salvar nada. Si es un pobre pecador, algo bueno puede haber hecho. Si demonizamos a Maciel, hacemos difícil la comprensión de la Legión. Si lo consideramos un pecador, podemos entenderla.
- ¿No es peligrosa esta equidistancia al analizar la figura de Maciel?“Si demonizamos a Maciel,
hacemos difícil la comprensión de la Legión.
Si lo consideramos un pecador,
podemos entenderla”.
- ¿Se puede decir que Maciel no ha buscado el bien? ¿No ha intentado hacer algo útil para la Iglesia? Hay valores de los Legionarios, como la obediencia a la Iglesia o el respeto a la doctrina, inculcados por él, que no pueden ser negados. La línea de principio es que hay una fidelidad. No se puede decir que Maciel es un demonio. ¿Le parece un razonamiento válido?
- No, pero no soy yo quien debe juzgar.
- Está claro que ha hecho cosas graves, pero dependen más de la debilidad del hombre que de la maldad.
- ¿Los abusos sexuales, y en especial a menores, son una debilidad?
- No quiero y no puedo justificarlo. De hecho, nunca se condena lo suficiente. Pero esto no transforma al pecador en un demonio. Maciel era un pecador, y grande, pero no un demonio. El papa Benedicto XVI ha dicho que Maciel era una figura enigmática. Nos encontramos frente al misterio de la persona humana, con su responsabilidad, que a nosotros se nos escapa. Es un abismo insondable de pecado y de gracia.