
FERNANDO TRUJILLO NOS COMPARTE
El huracán Alubión pasó por la navidad del ´98 en Salamanca España.
Desde el 23 de diciembre del 1998, mi equipo y yo nos encargarón un desayuno especial para el 25 de diciembre. Los novicios y humanistas que entraban a la cocina, nos preguntaban que preparábamos de especial.
Desde el 23 de diciembre comenzamos a preparar aproximadamente 1,500 tortillas de maíz. La harina la mandamos traer desde México. Cocinamos pollos, gelatina, hicimos la crema y el 24 de diciembre específicamente freímos las tortillas para hacer los totopos de los chilaquiles e hicimos los frijoles.
Por la noche del 24, ya cocinados los frijoles, puse un letrero para que los despenseros humanistas no metieran los frijoles al refrigerador porque estaban calientes. Pensaba dejarlos en las bases de aluminio toda la noche.
El 25 de diciembre, aún desvelado, dos novicios y yo, pedimos permiso para levantarnos una hora antes del primer turno, como a las 4 y media de la mañana, para poder realizar todo lo que implicaba el desayuno de primerísima de Navidad. Hicimos nuestras primeras oraciones, la meditación, tuvimos Misa privada. Al llegar a la cocina, observé como un hermano despensero del país de Irlanda, sacó la olla de frijoles del refrigerador. Preocupado de que estuvieran descompuestos los frijoles, le pregunté por escrito al despensero, ¿metieron los frijoles calientes al refrigerador? su respuesta fue: estaban fríos en la madrugada que los metimos.
Confiado de su respuesta, observé los frijoles para ver si no tenían burbujas o algún colorido blanco, los comenzamos a calentar y su textura era normal. Total que servimos el desayuno compuesto por jugo de naranja, gelatina, chilaquiles con pollo y frijoles, pastelitos de postre, los famosos donetes, leche caliente, etc.
La comunidad de Salamanca, cuando llegaron al desayuno de Navidad, gustosos veían las mesas. Todos deleitaron las charolas al ver chilaquiles con pollo y frijoles. Las comunidades de humanistas, las dos secciones de novicios y la comunidad de sacerdotes y religiosos se comieron todo, a tal grado que nuestro equipo le tocó algo de chilaquiles porque los frijoles se los comieron todos. Recuerdo al P. Salvador, que por alguna razón llegó tarde al desayuno, pero gustoso repitió frijoles en tres ocasiones. Ya se imaginarán como le fue al amigo P. Salvador.
Después del desayuno, las comunidades fueron a atender su aseo personal y oficios. Posteriormente tocaba tiempo de juegos de mesa. Ya para este momento, algunos hermanos humanistas se comenzaron a sentir mal del estómago. Durante la comida, aunque llegaron a bendecir los alimentos toda la comunidad de Salamanca, algunos hermanos comenzaron a retirarse del comedor por sentirse mal del estómago. Sólo comenzamos a ver como los religiosos y hasta sacerdotes salían del comedor corriendo o con paso rápido. Pasaba el tiempo de la comida, y algunos religiosos y novicios comían poco, y así poco a poco, el comedor se quedó casi solo.
Después de la comida sólo veíamos como los religiosos y novicios corrían a los baños, azotando las puertas para poder llegar al w.c. También veíamos a los asistentes que se trasladaban a la procura para solicitar más papel para los baños. El alubión pegó tan fuerte a la comunidad de Salamanca que los superiores tuvieron que ir a comprar medicamento para los casos más graves y para comprar otro ciento de rollos de papel.
Al juego programado para el 25 por la tarde, las canchas de básquet, voleibol y fútbol rápido y fútbol estaban con muy pocos hermanos, entre ellos yo.
Pasó por Salamanca la tormenta llamada alubión, en unos días memorables. Después de tal desastre estomacal, el hecho fue motivo de risas y burlas sanas. No fue para menos que un equipo de humanistas prepararon para los festejos de Reyes, una presentación a la comunidad del estado del tiempo para explicarnos la presencia de un huracán que pasó por la comunidad de Salamanca, llamado Alubión.
Espero que esta leyenda les recuerde lo divertido que vivimos estos momentos. Fernando Trujillo