TESTIMONIO DE MARCO ANTONIO LOME SOBRE EL PADRE CARLOS MORA
(Tomado de la página del Regnum Christi)
Publicamos a continuación el testimonio de Marco Antonio Lôme, quien después de varios años de vida religiosa en la Legión de Cristo decidió, de acuerdo con sus formadores, no renovar sus votos temporales para servir a Dios a través de la vida seglar. Marco Antonio tuvo la oportunidad de convivir con el P. Mora durante su convalecencia en Nueva York.
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Mientras se le daba un “adiós” o mejor dicho un “hasta luego” al P. Carlos Mora, L.C., imagino que allá en el cielo lo estarían recibiendo entre pompas y aplausos un gran cortejo de ángeles que junto a tantas almas conducirían al P. Mora al esperado abrazo con Dios Padre.
¡Qué difícil es poder dar un "adiós" a hombres de la talla del P. Mora! Porque en ese adiós se ocultan una gran variedad de sentimientos y de recuerdos que te hacen suspirar por hombres santos y generosos... porque el mundo ha perdido una "fuente" de luz y de paz. Porque el P. Mora era de esos hombres que hacían que nuestro mundo fuera diferente o al menos nos presentaba un futuro con optimismo. Porque era un sacerdote que hablaba de Dios y hablaba con Dios.
Desde mi entrada al centro vocacional, recuerdo todas los coloquios informales donde nos explican en grupo el carisma de la Congregación en las que nuestros formadores nos hablaban de los primeros legionarios, entre ellos el P. Mora, como un hombre sencillo, lleno de oración y un gran apóstol del Evangelio. De vez en cuando nos visitaba y nos daba una "chorchita" y eran edificantes al escuchar el profundo amor que tenía por su vocación.
Durante toda mi vida legionaria, el P. Mora siempre salía en las predicaciones y ejercicios espirituales como ejemplo de apóstol.
Pero yo no había tenido la oportunidad de convivir cercanamente con el P. Mora. Dios me dio la oportunidad y me la concedió precisamente antes de terminar mi período de votos temporales. Los últimos meses los pasé en el centro de formación de Thornwood, Nueva York. Al llegar a este centro supe que el P. Mora había llegado por causa de una operación que se iba a realizar. No sabía que era un tumor en el pulmón.
Todavía recuerdo lo mucho que lo encomendamos en nuestras oraciones, pero era sorprendente la tranquilidad y la paz con que vivía el P. Mora. Recuerdo especialmente cuando llegaba a rezar a la capilla y se arrodillaba. Puedo decir que parecía que Dios mismo estaba hablando cara a cara con él.
Dado que yo era de los religiosos que disponía de más tiempo, debido a mi situación de espera que terminara el período de mis votos temporales, muchas veces me tocó acompañarle y así pude conocer su buen sentido del humor, su trato fino y amable y su caridad. De igual modo, me tocó estar con él en sus caminatas algunas veces por los alrededores de la casa.
Después de su operación, dónde le quitaron un pulmón, recuerdo que el P. Mora nos dio una plática. Y su mensaje fue claro: «Estar siempre dispuestos a realizar la voluntad de Dios». Y nos contagiaba de su gran celo apostólico. Nos decía que se quería recuperar rápido porque tenía que ir a Guadalajara ya que tenía mucho trabajo atrasado y porque su ilusión era construir allí una universidad. ¡Qué maravilla! Siempre pensando en más y en los demás... Semper altius! (Siempre más alto)...
Finalmente tuve la gracia de acompañarlo a visitar el Museo Metropolitano de Nueva York, después de visitar parte del museo, dijo que me iba a invitar la comida y así lo hizo y allí me dijo una frase que me sorprendió : «Yo nunca le dije no a Dios, hermano. Nunca dudé de mi vocación ni tuve ninguna crisis vocacional porque desde pequeño tenía claro el plan de Dios sobre la Legión y tenía claro el don de mi vocación». Eso nunca lo voy a olvidar porque me llegó en lo profundo del corazón y comenzó a hablarme de la coherencia y sencillez de vida.
Antes de irse le pedí algunos consejos para mi nuevo estado de vida ya que había visto que Dios no me llamaba a la vida religiosa en la Legión. Y me dijo: «Mucha oración, cultivo de la vida de gracia, devoción a María y apertura a lo que Dios vaya pidiendo».
¡Qué buen consejo! y allí entre las lágrimas y los recuerdos me uno al "hasta luego" agradecido al P. Mora de tantos legionarios y miembros del Regnum Christi. Gracias a Dios por mandar a estos "santos" a nuestro mundo porque verdaderamente le hacen prender "fuego" con su testimonio y su santidad.
Marco Antonio Lôme
Lome, gracias por haber compartido este testimonio tan hermoso y personal.
ResponderEliminarDe verdad gracias por este comentario. yo no conocí al P. Mora pero también me hablaron mucho de él y estuve presente en su entierro en Cotija. me alegro mucho de las personas que estuvieron en la Legión y Dios los tiene ahora extendiendo su Reino de la manera laica. la verdad es que a veces los legionarios nos llevamos unos ejmeplos tan gratificantes de ustedes y me animan a seguir a delante. gracias Lome.
ResponderEliminarH.Mario García, LC